El Diario Oficial de la Unión Europea (DOUE) ha publicado este martes el nuevo Reglamento del Parlamento Europeo y del Consejo sobre las indicaciones geográficas para vinos, bebidas espirituosas y productos agrícolas, así como sobre los regímenes de calidad de los productos agrícolas.
Este reglamento modifica los Reglamentos (UE) n.º 1308/2013, (UE) 2017/1001 y (UE) 2019/787, y deroga el Reglamento (UE) n.º 1151/2012, indicaron fuentes del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA).
El Reglamento establece normativas para las Denominaciones de Origen Protegidas (DOP), las Indicaciones Geográficas Protegidas (IGP), las Especialidades Tradicionales Garantizadas (ETG) y los Términos de Calidad Facultativos. Las DOP e IGP constituyen derechos de propiedad intelectual protegidos legalmente.
España ocupa el tercer lugar entre los Estados miembros de la UE con mayor número de figuras de calidad, 381 inscritas en el registro comunitario. Se trata de 146 vinos y 212 productos agroalimentarios con DOP o IGP (carnes y productos cárnicos, quesos, mieles, aceites de oliva, legumbres, frutas, hortalizas, arroces, productos pesqueros, especias, vinagres, turrones y sidras), 19 bebidas espirituosas IGP y 4 ETG.
Actualmente hay otras 25 figuras en proceso de evaluación por parte de la Comisión Europea. España se sitúa por detrás de Italia, con 890 figuras, y Francia, con 769.
Según los últimos datos disponibles, en España más de 330.000 agricultores y ganaderos elaboran productos con sellos de calidad de indicaciones geográficas, con más de 1,5 millones de hectáreas cultivadas y 2,3 millones de cabezas de ganado.
Esta producción de calidad tiene un valor estimado en origen de más de 7.000 millones de euros y está sujeto a un riguroso programa de control, que forma parte del Plan Nacional de Control Oficial de la Cadena Alimentaria (PNCOCA 2021-2025) y que realizó 49.213 controles en 2022.
La política de calidad diferenciada es crucial para el desarrollo y la sostenibilidad de las zonas rurales. La comercialización de productos que deben su especificidad al medio geográfico en el que se producen puede ser muy beneficiosa para estas áreas, especialmente las menos favorecidas, ya que contribuye a mejorar los ingresos de los agricultores y a fijar población, al tratarse de una actividad no deslocalizable que favorece la sostenibilidad económica, social y medioambiental.
Además, estas figuras son clave para promover la imagen de España en el extranjero y constituyen uno de los pilares fundamentales de la estrategia Alimentos de España.