La historia de la botella de Anís del Mono está plagada de leyendas que se han ido propagando a lo largo de su historia. Si son ciertas o no las dejamos a la imaginación de cada uno, pero lo cierto es que este licor catalán, originario de Badalona (Barcelona) es uno de los artículos indispensables para celebrar las navidades. Con el dinero obtenido con las importaciones de tabaco y cacao de las Américas, los hermanos José y Vicente Bosch, abogado y notario, respectivamente, fundaron en 1870 la destilería José Bosch y Hermano con el fin de producir licores y aguardientes. Uno de los productos fue el Anisado Refinado Vicente Bosch, que posteriormente sería bautizado como Anís del Mono, que sería el primer licor embotellado de España.
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Para el diseño de la botella Vicente se inspiró en un frasco de perfume que solía comprar a su mujer en la Plaza Vendôme de París. Al parecer, pagó unos royalties muy elevados a uno de los perfumistas para copiar el estilo adiamantado que desde hace varias generaciones se utiliza como instrumento musical para cantar villancicos al frotarlo con un objeto contundente. Ahí está el “hacia Belén va una burra rin, rin…”. Lo que terminó de convencer al perfumista fue lo que le dijo Vicente Bosch: “Usted perfuma a la gente por fuera y yo las perfumo por dentro”. La botella se registró en 1902.
La botella se convirtió en todo un emblema que inspiró a artistas notables como Picasso, Dalí, Diego Rivera y Juan Gris. Lo del nombre tiene traca, ya que existen diversas versiones. Una de ellas se basa en lo que Vicente les decía a algunos amigos que viajaban al otro lado del Atlántico: “Traedme 1 o 2 monos”. Pero he aquí el error, ya que entendieron 102 y cuando llegaron todos los macacos donaron la mayoría al zoo de Barcelona y se quedaron con uno en la empresa que sería conocida por los vecinos como “la fábrica del anís del mono”. Otros aseguran que un hombre de negocios regaló desde Brasil un solo mono a Vicente.
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La etiqueta también tiene su particular historia ya que una empresa francesa se encargó del diseño. Pusieron la imagen de un mono con una cara semihumana parecida a Charles Darwin como homenaje a su Teoría de las especies y cometieron un error tipográfico que se mantiene hasta la actualidad, ya que en vez de poner destilación imprimieron “destillación”. Esa doble ele es otro plus que refuerza la marca. Otras leyendas afirman que fue Tomás Sala, suegro de Vicente, quien la diseñó, pero su nieta Francisca afirmó en su momento que en aquella época sus dos abuelos aún no se conocían. En 1975, Francisca vendió el imperio a las bodegas Osborne.
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Cuando José falleció en 1897, su hermano compró su parte de la empresa y tiró hacia adelante un negocio millonario. Ese mismo año se adentró de lleno en el ámbito de la publicidad al organizar un concurso de cartelería que ganó el pintor modernista Ramón Casas con la litografía Mono y Mona. En 1913, Anís del Mono fue el primer letrero luminoso de la Puerta del Sol y poco después se instaló en la Plaza Cataluña de Barcelona.
La elaboración del licor no ha cambiado ya que siguen mezclándose matalahúva de primera calidad -grana de anís natural-, jarabe de azúcar refinado y filtrado, alcohol y agua desmineralizada que se destilan en los alambiques de cobre originales del último tercio del siglo XIX.